El modelo educativo de la Universidad de los Andes se sustenta en cuatro componentes:

  • Identidad UANDES
  • Docentes
  • Organización curricular
  • Entorno educativo y vida universitaria.

1. Identidad UANDES


La Universidad de los Andes tiene una clara identidad cristiana, que inspira sus valores institucionales y da vida a su ethos cultural. Estos valores son la búsqueda y compromiso con la verdad, la armonía entre fe y razón, el aprecio por la dignidad humana, el respeto a la libertad y responsabilidad personales, el empeño por el trabajo bien hecho, el afán de servicio, la unidad y la vocación de permanencia.

La Universidad cuida especialmente del ambiente que se vive en ella. A través de la relación personal con cada alumno y de la importancia que se da a pequeños detalles, se transmite que la conducta del universitario comporta un modo de ser, de estar y de conducirse adecuado a cada situación y circunstancia. Se promueve un estilo coherente con el ideario de la Universidad, sin perjuicio del respeto debido a la libertad personal.

El trato personalizado es una manifestación de la centralidad del alumno en nuestro modelo educativo y un modo concreto de vivir los valores institucionales. Por eso, en el proyecto académico de la Universidad tienen una especial relevancia formativa la relación cercana entre profesores y alumnos y el asesoramiento académico.

a. Relación cercana entre profesores y alumnos

El propósito de una educación científica abierta a lo universalmente humano, en la que convergen las ciencias y las humanidades, trae consigo una relación cercana del alumno con sus profesores, que sea fuente no sólo de conocimiento sino también de ejemplo y coherencia de vida. Por eso, la universidad concibe al profesor como su célula principal. En sus profesores los alumnos han de poder contemplar un ideal de vida intelectual y humana lograda.
Sólo a través de ese trato exclusivo el profesor podrá conocer bien al alumno e identificar aquellos aspectos de su vida académica y personal que podría mejorar. La disposición de servicio del maestro hacia el discípulo conlleva, entonces, un diálogo confiado y respetuoso que suscite inquietudes científicas y existenciales originales, que estimule hábitos intelectuales y morales particulares, y que abra horizontes de crecimiento personalísimos.

En la relación personalizada se procura educar a los alumnos en una actitud reflexiva que les permita vivir las virtudes asociadas al trabajo bien hecho: espíritu de servicio, compromiso con la calidad, ética profesional, apertura al diálogo y disposición para aprender de otros, sobriedad y cordialidad.

El cultivo de esta relación individual debiera producirse, naturalmente, fuera de la sala de clases. La Universidad favorece estas instancias de relación a través de la política de “puertas abiertas” de las autoridades académicas; del reconocimiento y supervisión de esta realidad conforme al perfil del profesor; de la metodología tutorial para pasos prácticos y actividades de investigación; del trabajo como ayudantes; y del asesoramiento académico, entre otros.

b. Asesoramiento universitario

El asesoramiento universitario constituye una forma tangible de profundizar el trato personal entre profesores y alumnos, a nivel de pregrado, y asegurar una educación que va más allá de la mera transmisión de los conocimientos en el aula: es una instancia voluntaria de formación del alumno. La Universidad ofrece a sus estudiantes la posibilidad de mantener un contacto personal y permanente con un profesor de su unidad para dialogar sobre su desempeño académico y su vida universitaria a lo largo de la carrera. Fruto de este intercambio surgen oportunidades valiosas para que el docente pueda orientar la conducta del alumno hacia su plena realización como persona.

El asesoramiento universitario sirve, en primer lugar, para inducir al alumno al estudio y la vida universitaria. En él se abordan asuntos propios de la actividad académica: organización del tiempo, apuntes de clases, técnicas de estudio, controles de lectura, escritura de ensayos y trabajos de investigación; selección de los cursos del PEG y Minor, y de asignaturas de especialización profesional. Es también una herramienta que permite superar problemas en el entorno universitario del alumno. Permite al alumno enfrentar las evaluaciones y los resultados de éstas, detectar y derivar a tiempo dificultades mayores como estrés o ansiedad en el estudio. El diálogo con el asesor en un ambiente grato, de confianza, alimenta también la motivación y gusto del alumno por el estudio y el saber.

Además, tiene por fin estimular el cultivo de otros intereses: culturales, artísticos, sociales, deportivos, y científicos; la participación en actividades de ayudantía, investigación o servicio social; el intercambio estudiantil o el dominio de un idioma extranjero. Asimismo, favorece el desarrollo de competencias y habilidades laborales. A través de los encuentros con el asesor, el alumno recibe sugerencias respecto del modo de ser y estilo universitario en cuanto a puntualidad, lenguaje adecuado, modo de conducirse en el entorno profesional, entre otros. Finalmente, el asesoramiento constituye una instancia propicia para orientar al alumno de cursos superiores en la elección de su campo laboral.

2. Docentes

En la formación de nuestros alumnos, es esencial la coherencia entre el pensar y el obrar de sus docentes. El profesor es la expresión viva, eminente, modelo de los ideales universitarios. Del modo de ser y actuar de los académicos depende, en gran medida, el cumplimiento eficaz de la misión de la Universidad y su servicio educativo a la sociedad. Por tanto, en su calidad de portadores privilegiados de la impronta universitaria, los académicos mostrarán un afán especial por reflejar tales ideales en su enseñanza y vida pública.

La eficacia del aprendizaje de un alumno depende, en gran medida, de la calidad del profesor. En nuestro Modelo Académico la relación cercana entre el maestro y el aprendiz, a la usanza clásica, es esencial. El propósito de una educación científica abierta a lo universalmente humano, en la que convergen las ciencias y las humanidades, trae consigo una relación cercana del alumno con sus profesores, que sea fuente no sólo de conocimiento sino también de ejemplo y coherencia de vida. Por eso, la universidad concibe al profesor como su célula principal. En sus profesores los alumnos han de poder contemplar un ideal de vida intelectual y humana lograda.

Esta visión del profesor como educador por excelencia informa toda su labor dentro y fuera del aula. Se concreta en el perfil del profesor de la Universidad de los Andes, consignado en el documento “Perfil y plan de trabajo del profesor UANDES”. En síntesis:

  • El profesor de la Universidad de los Andes ha de procurar ser un profesional idóneo por su formación, experiencia y logros.
  • Se caracterizará, en primer lugar, por su identificación con la misión de la Universidad.
  • Se espera que el profesor de la Universidad de los Andes sea un apasionado por la tarea de formar a cada alumno de modo integral, que domine los aspectos técnicos y filosóficos de su ciencia, esté abierto a otras disciplinas y cumpla con los criterios básicos de buen desempeño docente.
  • El profesor brindará un trato personal y dedicado a los alumnos a través del asesoramiento académico y de otras instancias de encuentro con los alumnos.
  • En sus actividades de investigación, se caracterizará por su compromiso inquebrantable con la verdad, su alto rigor metodológico y capacidad para contribuir de modo original a la discusión científica.
  • Finalmente, se espera que el profesor de la Universidad de los Andes tenga un alto grado de pertenencia a la institución.

3. Organización curricular

Es el componente del Modelo Educativo de la Universidad de los Andes que define la estructura sobre la cual se diseñan y actualizan los Planes de Estudio, con el objetivo de alcanzar el Perfil de Egreso institucional.

Siguiendo la orientación de nuestro Modelo Educativo, todos los programas formativos en la Universidad de los Andes tienen como punto central el logro del perfil de egreso. Para eso se ha definido que cada uno de ellos se desarrolla en base a una estructura curricular que define claramente la certificación o título que otorga con su respectiva carga académica (créditos), explicita cómo la malla establece una trayectoria que permite la formación disciplinar e interdisciplinar y cómo el programa aborda la formación general de sus alumnos.

A continuación, se definen los tres pilares de esta organización curricular:

a. Estructura de títulos, grados y certificaciones

Corresponde a la definición de las credenciales formales que la Universidad otorga y las articulaciones posibles entre éstas, orientando la creación de trayectorias posibles para los estudiantes, que les permiten transitar desde la formación de pregrado hacia la de postgrado, así como acceder a la oferta de educación continua de la Institución, que busca potenciar el aprendizaje a lo largo de la vida de nuestros estudiantes.

Para expresar la duración de cada uno de los títulos, grados y certificaciones, la Universidad de los Andes adoptó en 2011 el Sistema de Créditos académicos Transferibles (SCT-Chile) acordado por las universidades pertenecientes al Consejo de Rectores de Universidades Chilenas, con la siguiente finalidad:

  • Reflejar fielmente la dedicación del alumno a cada asignatura. Facilitar la flexibilidad y el intercambio estudiantil.
  • Estructurar adecuadamente los ciclos académicos de pregrado y postgrado.
  • Distribuir proporcionalmente la carga de trabajo del alumno a lo largo de su carrera.
  • Este sistema se aplica de acuerdo a las siguientes conversiones:
  • Facilitar la flexibilidad y el intercambio estudiantil.
  • Estructurar adecuadamente los ciclos académicos de pregrado y postgrado.
  • Distribuir proporcionalmente la carga de trabajo del alumno a lo largo de su carrera.
  • Este sistema se aplica de acuerdo a las siguientes conversiones:
  • 1 año académico estándar = 1.800 horas de trabajo del alumno = 60 créditos.
  • 1 semestre = 900 horas de trabajo del alumno = ± 30 créditos (no necesariamente 30 créditos exactos; la suma anual debe ser de 60 créditos, pero puede variar la composición semestral: 31/29, 28/32, por ejemplo).
  • 1 crédito = 30 horas de trabajo del alumno (asistencia a clases, otras actividades académicas, estudio personal, elaboración de trabajos, lecturas…).
  • El postgrado en la Universidad de los Andes comprende los programas formativos conducentes a los grados de Magíster y Doctor y las especialidades y postítulos del área de la salud. La educación continua abarca otros programas académicos de menor duración no conducentes a grado o título. Entre estos destacan postítulos de áreas diferentes a la salud, diplomados, seminarios y cursos de perfeccionamiento, dirigidos a profesionales con formación previa en el área, que mantienen una especial afinidad con el postgrado.
  • Los postítulos son programas no conducentes a grado académico que tienen por objeto la especialización y profundización de los conocimientos adquiridos en un programa de pregrado específico. Por esta razón, sus postulantes deben provenir de una carrera directamente ligada a los contenidos del programa. Su duración puede variar desde un semestre a dos años, dependiendo de la profundidad y especificidad con que se abordarán los contenidos. Al igual que un magíster o doctorado, se estructura en torno a cursos, talleres y/o seminarios.
  • Por su parte, los diplomados académicos son programas no conducentes a grado que se dirigen a la adquisición de nuevos conocimientos de nivel superior. Requieren que sus postulantes posean un grado o título profesional o que, al menos, estén cursando los últimos años de una carrera. Sus contenidos no están, necesariamente, asociados a una carrera previa.
  • Ambas instancias –postgrado y educación continua– constituyen espacios privilegiados de docencia de contenidos profundizados y especializados, fruto de la investigación o experiencia práctica de los académicos. El criterio diferenciador entre los programas de postgrado y los de educación continua se basa en la duración de los mismos y en la exigencia de grado o título previo en el área respectiva.
  • En estos programas se replica el Modelo Educativo de la Universidad de los Andes, aunque en una proporción distinta al pregrado, por la menor duración de los programas y la disponibilidad de tiempo del alumno.

b. Formación disciplinar e interdisciplinar

Corresponde a la orientación de los planes de estudio de la Universidad, que contemplan contenidos disciplinares científicos y técnicos propios de cada carrera; prácticas y pasantías tendientes al desarrollo de las competencias y habilidades del perfil de egreso; y formación interdisciplinar, tendiente a complementar el entendimiento de la realidad con nuevas perspectivas de análisis.

En la Universidad de los Andes entendemos interdisciplinariedad como la capacidad de dialogar con disciplinas distintas a la propia, lo que permite conocer otros modos de pensar y otros métodos para elaborar el conocimiento, obtener un enriquecimiento cultural y complementar el perfil profesional abordando un objeto de estudios desde distintos aspectos, para estar en condiciones de emitir un juicio más fundamentado.

c. Formación general

Complementa la formación disciplinar e interdisciplinar de los alumnos, al otorgarles una visión integradora de las ciencias y la cultura humana y asegurar así el cumplimiento de la misión de nuestra Universidad.

Esta formación general se imparte en pregrado a través del Programa de Estudios Generales (PEG). En el postgrado se otorga gracias a asignaturas o seminarios que proporcionan una visión sapiencial del conocimiento.

4. Entorno educativo y vida universitaria

La vida universitaria despierta en los jóvenes estudiantes un sinfín de inquietudes existenciales. El crecimiento y desarrollo de la persona va de la mano de la adquisición, a través del estudio y del ejemplo de otros, de las virtudes humanas. Es por esta razón que la Universidad cuida especialmente el clima humano que se vive en ella. Se transmite a los alumnos, a través del trato personal y del cuidado de los detalles. La Universidad concibe la vida universitaria como una instancia propicia para desarrollar habilidades de servicio social, emprendimiento y trabajo en equipo, apoyado por un entorno físico o virtual que facilita el aprendizaje.

El Campus Universitario es un espacio geográfico especialmente diseñado para sustentar el modelo educativo de la Universidad. Ubicado a los pies de la cordillera de los Andes, cuenta con 52 hectáreas destinadas a oficinas del claustro académico, salas de clases y auditorios, salas de estar para alumnos, biblioteca, laboratorios, Clínica Universitaria y lugares de esparcimiento, deportes y asistencia espiritual.

La definición de un Campus principal para la Universidad obedece a la necesidad de asegurar materialmente la integración de los saberes diversos y el diálogo interdisciplinario. La convivencia culta que la Universidad promueve entre sus científicos y los alumnos, expresada a través de la formación integral que se ofrece a todos, requiere un espacio común que facilite el contacto personal y la apertura a otras disciplinas. Asimismo, la unidad territorial favorece eficazmente la política de “puertas abiertas” de las autoridades y la participación de la comunidad universitaria en actividades generales que mantienen vivo el vínculo de unidad.

Por su parte, la infraestructura y disposición del Campus procura promover un ambiente de estudio sereno, un entorno natural propicio para la creatividad intelectual, y una belleza con sentido pedagógico. De lo anterior se desprende, por ejemplo, la existencia de salas de lectura en silencio, el orden y limpieza de las instalaciones, el cuidado de los jardines y el desarrollo sostenible y ecológico del Master Plan. También la comunidad se beneficia del Campus, a través de las actividades de extensión y educación continua. Las definiciones arquitectónicas de la Universidad consideran, además, espacios interiores favorables al trato personalizado de los alumnos y al uso de nuevas metodologías de enseñanza.

Las instancias de formación extracurricular cumplen un rol importante en la formación integral del alumno. La Universidad promueve la participación libre y voluntaria en actividades de servicio social a los más necesitados, deportivas, científicas, culturales y de emprendimiento necesarias para el cultivo de una vida plena.

La vida universitaria se ve enriquecida por aquellas actividades espontáneas surgidas al amparo de miembros de la comunidad universitaria que desean ampliar su horizonte formativo compartiendo un mismo interés o afición. La Universidad concibe la participación en estas actividades como una instancia propicia para la adquisición de habilidades y virtudes relativas al trabajo en equipo, solidaridad, liderazgo y emprendimiento, salud corporal, apertura a otros perfiles de alumno, y crecimiento espiritual.

La formación integral que el alumno de pregrado adquiere a través de las actividades curriculares queda plasmada en el Currículum de Vida Universitaria. La Universidad certifica oficialmente, a través de una hoja de vida, todas las actividades extracurriculares realizadas por el alumno durante su carrera. Esta certificación es una expresión formal del reconocimiento y valoración de la Universidad por todos los medios formativos de su modelo académico.

Por último, es conveniente hacer extensivo este componente “Entorno Educativo” de nuestro modelo académico a los lugares fuera del campus donde se desarrolla también la vida académica y universitaria: los campos clínicos, los lugares de práctica de nuestros alumnos y los entornos virtuales en que se desarrollan los cursos o asignaturas en modalidad de e-learning o b-learning y que deben reflejar también la identidad de nuestra Universidad.

5. Mallas Curriculares

Las mallas curriculares de la Universidad de los Andes:

  • Son coherentes con el perfil de egreso definido.
  • Son exigentes en los contenidos, sin recargas ni prerrequisitos innecesarios.
  • La carga académica está asignada en créditos según los criterios de SCT-Chile.
  • Consideran el contacto temprano con la práctica de la profesión en el pregrado.
  • Están conformadas por cursos obligatorios y optativos, de carácter disciplinar e interdisciplinar.
  • Se revisan con frecuencia (al menos cada cinco años o cuando la carrera o programa atraviesa por un proceso de acreditación), para estar abiertas a las tendencias y desafíos futuros de la disciplina
  • Son idóneas para la formación continua y el desarrollo del postgrado.
  • Las mallas curriculares de pregrado contemplan el estudio de los contenidos científicos y técnicos de una ciencia y la adquisición temprana de las habilidades y competencias para practicarla. Además, el alumno se abre al saber interdisciplinario a través de un minor o concentración de cursos básicos de una ciencia diferente a la suya, de libre elección, que enriquece su entendimiento de la realidad y su perfil profesional.

Por otra parte, el estudio de un saber superior incluye también la comprensión de sus fundamentos, límites y fines, por lo que –paralelamente– los planes de estudio contemplan asignaturas filosóficas, teológicas y culturales que constituyen el Programa de Estudios Generales (PEG).

Así, las mallas curriculares de pregrado contienen:

  • El estudio de contenidos científicos y técnicos.
  • Las prácticas profesionales.
  • La formación interdisciplinaria a través del Minor (12 créditos).
  • La formación general a través del Programa de Estudios Generales (24 créditos).

6. Estructura de las mallas curriculares

a. Formación disciplinar

El mayor espacio curricular de las mallas está compuesto por asignaturas de carácter científico, académico y técnico relacionadas directamente con la profesión elegida e impartidas con el rigor de la teoría y la práctica. Los contenidos de estas asignaturas incluyen los fundamentos, nociones y aplicaciones de un saber especializado, necesarios para prestar servicios profesionales o académicos de calidad. Esta finalidad determina también el componente práctico en el caso de las carreras profesionales: se espera de los alumnos, desde temprano, no sólo un saber sino un “saber hacer” y un “saber ser” propio del entorno académico o laboral.

Los resultados de aprendizaje y sus contenidos se organizan en la malla de pregrado de modo vertical, en términos de variedad por semestre, y de modo horizontal, en cuanto a profundidad y especialización a medida que avanza el programa. Se ha preferido esta secuencia porque favorece el proceso de maduración cognitiva del alumno, que exige progresión en el tiempo. La presencia de asignaturas propias de la disciplina desde el primer semestre permite, además, el discernimiento vocacional temprano y el contacto inicial con la profesión.

En materia de habilidades transversales, la mayoría de los programas incorpora actividades destinadas a mejorar la expresión oral y escrita, a estimular el trabajo en equipo y a desarrollar el pensamiento crítico y la creatividad.

Las prácticas y pasantías son elementos relevantes del currículum de pregrado porque contribuyen al desarrollo de las habilidades del perfil del egreso. Existe una amplia variedad de modalidades y duración entre ellas. En todas las carreras, con excepción de las licenciaturas humanistas, los alumnos deben realizar periodos variables de prácticas durante el plan de estudios y al final de la carrera.

El plan de estudios de los programas de postgrado también se sustenta en este Modelo Educativo. A nivel disciplinar, las mallas se estructuran en torno a contenidos con un alto grado de actualización, profundización y especialización, dependiendo del tipo de programa. La formación práctica del postgrado se expresa a través de la realización de actividades profesionales ligadas al ejercicio clínico en el área de la salud, la solución de casos prácticos, la elaboración de proyectos y las pasantías en el área de las humanidades y la administración. En el caso de programas de investigación, el cultivo de dicha habilidad se realiza con el apoyo del curso de metodología de la investigación y la labor de supervisión permanente de cada director de tesis. Los programas de doctorado exigen, además, una etapa previa de habilitación o suficiencia investigadora que culmina con la defensa del proyecto de tesis doctoral.

b. Formación interdisciplinar

La formación interdisciplinar se garantiza en el pregrado, fundamentalmente, con la exigencia de cursar un Minor de libre elección. Este programa consiste en una concentración menor de asignaturas a través de las cuales el alumno conoce los fundamentos conceptuales y metodológicos de una ciencia diferente a la de su carrera. De esta forma, se espera que pueda complementar su comprensión de la realidad y enriquecer su perfil de empleabilidad.

Los programas de Minor, que tienen 12 créditos asignados, son ofrecidos por las unidades académicas de acuerdo a las necesidades de los alumnos, para que puedan complementar su currículum en términos meramente profesionales o profundizar en áreas de interés personal, al ritmo de sus propias inquietudes intelectuales.

A nivel de postgrado, dado el carácter particular de sus programas, la interdisciplinariedad se cultiva gracias a la presencia de docentes de diferentes ámbitos del saber dentro de un programa y al realizar investigaciones conjuntas con otras disciplinas.

c. Formación general

El Programa de Estudios Generales (PEG) pretende complementar la educación “técnica” de los alumnos de pregrado con una visión integradora de las ciencias y la cultura. Permite al alumno abordar las preguntas fundamentales de la existencia humana y adquirir un entendimiento del hombre enriquecido por la historia, las ciencias, el arte y la literatura. Nuestros estudiantes necesitan una serie de conocimientos —que no pueden ser cualquier cosa— que les ayuden a contestar las preguntas fundamentales acerca del mundo, la sociedad, la cultura y de sus propias vidas. Gracias a la formación general que les ofrecemos, no sólo llegarán a ser mejores personas, sino también mejores profesionales, capaces de comprender las claves profundas por las que se rige nuestra sociedad.

Las asignaturas del PEG corresponden a la dimensión sapiencial del conocimiento. Aportan nociones fundamentales en cinco áreas: teología, filosofía, ciencias, bellas artes, historia y sociedad. Específicamente, el programa está compuesto por ocho cursos de tres créditos cada uno (24 créditos en total): cuatro de oferta fija (Antropología, Ética y dos teológicos) y cuatro optativos (de Ciencias, Arte y Literatura, Historia y Sociedad y Teología).

La secuencia de las asignaturas del PEG está definida en la malla de cada carrera, pero se cursan idealmente durante los primeros años, con el fin de que el alumno pueda aplicar la reflexión sapiencial al análisis de temas disciplinares y contingentes. Los cuatro cursos de oferta fija se imparten a alumnos de una misma carrera con el fin de abordar las materias bajo un prisma afín a su formación profesional.

El alumno que plantea una objeción de conciencia formal y seria para estudiar los cursos teológicos, en razón del respeto a su libertad, podrá cursar tres asignaturas alternativas: Filosofía de la Religión, Teodicea e Historia de las Religiones.

Todos los programas de postgrado tienen algunos cursos o seminarios de Antropología y Ética, que se centran en aquellos temas relacionados con el ethos profesional del alumno, para asegurar así la formación general y la visión sapiencial.