Viernes 18 de Agosto de 2023

Más de 50 estudiantes de la Universidad de los Andes participan de la JMJ en Lisboa 

Durante una semana, compartieron con personas de 151 países en la capital de Portugal, en el tradicional encuentro de los jóvenes con el Papa.

Algunos del grupo de la Pastoral de Alumnos visitando el Santuario de Fátima

Junto al grupo de la Pastoral de Alumnos UANDES, así como con sus parroquias o instituciones de la Iglesia, los estudiantes universitarios participaron en una nueva Jornada Mundial de la Juventud en la que pudieron vivir su fe, compartirla con otros jóvenes y descubrir la universalidad de la Iglesia. 

Allen Iturra destaca la oportunidad de experimentar la universalidad de la Iglesia y cómo realmente es para todos, tal como les dijo el Papa Francisco. “La JMJ fue increíble, me gusta escribir esa palabra así: in-creíble, para dar mayor cuenta de la gran experiencia que tuve. Increíble, aun cuando fuese imperfecta, porque estaba cansado, con mucho calor, rodeado de muchísima gente; sin embargo, es algo que volvería a vivir”.

El estudiante de Derecho, quien participó con la Pastoral de Alumnos, menciona que “disfruté mucho de la música, las amistades, la comida y la vista de tan hermoso país. Disfruté de la Iglesia siendo universal, para todos y especialmente de escuchar y ver a un Papa tan cercano como Francisco”. 

Para Daniela Tavolari, alumna de Literatura, esta experiencia le permitió ver la vitalidad de la Iglesia. “Ver a miles de jóvenes reunidos en torno a la fe y movidos por el amor y la alegría de Dios, demuestra que la Iglesia está más viva que nunca. Fue extraordinario y reconfortante saber que no estamos solos, sino más unidos que nunca, compartiendo la misma alegría y amor los unos con los otros”, destaca.  

Constanza Puga, estudiante de Obstetricia que fue a la JMJ con el Centro Cultural Aconcagua, destaca que una de las cosas que más le ha gustado ha sido ver la cantidad de carismas y movimientos de la Iglesia juntos para reunirse con el Papa y escuchar su mensaje.  

“Esta experiencia me ha llevado a abrazar mi fe aún más. Al ver cómo otros católicos viven su fe desde una vista panorámica, te das cuenta de que Dios no deja a nadie fuera: Él acomoda la vida de cada uno a la perfección desde la esencia de cada persona para hacerla realmente feliz, desde lo que es en el presente y no desde lo que se espera que sea en el futuro. Dios no apunta con el dedo, sino que abre los brazos a cada uno de nosotros porque nos ama profundamente, más de lo que cualquier amor humano puede llegar a amar”, comenta.