Jueves 22 de Julio de 2021

Catalina Correa (ENF ’03) desarrolla material de apoyo visual para potenciar la autonomía de los niños con alguna condición diferente y prepararlos para situaciones desconocidas que pueden ser estresantes

La egresada de Enfermería UANDES relata su desarrollo profesional, cómo la llegada de un hijo con Síndrome de Down cambió su vida y el proyecto que está realizando.

¿Cómo descubriste esta vocación tan específica y cómo se conjuga con tu realidad de madre al vivir en carne propia a lo que te has dedicado tanto tiempo?

No sé si yo la busqué o me buscó a mí, siempre fui fan de la pediatría. Mi primer trabajo fue en el servicio de pediatría del Hospital de la PUC donde estuve 3 años y conocí a una Dra muy interesada en hacer un programa de seguimiento para niños con Síndrome de Down (SD), sin embargo yo renuncié, me fui al servicio de lactantes del Hospital Luis Calvo Mackenna en dónde por lo general era comentado entre mis compañeras de trabajo, que los niños con necesidades especiales por alguna razón llegaban a las salas que yo tenía a cargo, fue un trabajo y una experiencia maravillosa.
Estando ahí, me contactó la doctora que había conocido en la Católica para contarme que finalmente, después de casi dos años, le habían aprobado un cargo de enfermera para hacerse cargo del programa de seguimiento de niños con necesidades especiales de atención en salud (NANEAS) en esa institución, lo cual me pareció un desafío y empecé en septiembre del año 2009. Dentro de la población de niños que se atienden, alrededor de un 70 a 80% son niños con SD, por lo que fui aprendiendo sobre sus cuidados de salud, sus terapias y lo más importante, las infinitas capacidades que tienen. Pude compartir con sus familias y acompañarlas en este camino que desde el miedo a lo desconocido muchas veces hace las cosas más difíciles.
Tuve la oportunidad de viajar a Boston, en EEUU, a conocer dos programas de seguimiento de niños y adultos con SD lo que me amplió muchísimo la visión que se tiene y lo autovalentes e independientes que pueden ser.
Y así… un día, 10 años después, yo tenía dos niñitas maravillosas y me quedé esperando mi tercera guagua y para mi sorpresa, en la ecografía de las 12 semanas una de las mediciones salió alterada y me dijeron lo que yo ya sabía, esa medida aumenta el riesgo de que la guagua tenga SD y así fue, mi Max, el rey de la casa o mi diploma de graduación como digo yo, llegó para abrirme las puertas del otro lado del que yo conocía y la verdad ha sido una experiencia increíblemente linda y positiva, porque más allá de todo lo que significa él para mí, es lo que he podido aportarle a las familias que están asustadas por recibir el diagnóstico de esta condición de su hijo y que aun lamentablemente es una noticia muchas veces dada de mala forma y es una noticia inesperada y mal recibida.
Es poder mostrar con “conocimiento profesional y de mamá” todo lo positivo que tienen las personas con SD y todo lo desafiante que es a la vez el día a día. Con la llegada de Max tuve que tomar la decisión de renunciar a mi trabajo, lo cual me costó muchísimo, pero me permitió dedicarles más tiempo a los niños y hacer diferentes cursos y talleres porque uno nunca termina de aprender, y conocí una asociación española que trabaja desde lo visual y surgió la idea de crear materiales de apoyo visual en temas relacionados a la salud.

Cuéntanos un poco en qué consiste tu proyecto.

El proyecto consiste en crear material de apoyo visual para potenciar la autonomía de los niños con alguna condición diferente y a la vez anticiparlos a situaciones desconocidas que pueden ser estresantes, cómo la ida al pediatra, la toma de exámenes de sangre y el dentista entre otros, de manera de disminuir el miedo y prepararlos para que sepan a dónde van, a qué van, qué tendrán que hacer etc.
Este material consta de una secuencia, en donde se divide en 12 pictogramas cada una de estas situaciones, y una cartilla que es de material reutilizable, de manera que el niño pueda completarla las veces que sea necesario, está escrita y tiene pictogramas de manera que la puedan usar niños que aún no tienen un proceso de lectoescritura completamente desarrollado, donde van preparando su visita, y también le sirve a los niños que aún no tienen un lenguaje completamente legible pero pueden perfectamente darse a entender señalando la cartilla, usando gestos, expresiones faciales etc, recordemos que el lenguaje hablado no es la única forma de comunicarse.
Por otro lado, para poder darle el máximo de uso a este material, se realizan talleres dirigidos a papás, cuidadores y equipo de salud en dónde se tratan diferentes temas como la importancia del material visual en el aprendizaje, cómo éste ayuda a potenciar la autonomía de los niños, cómo la anticipación disminuye el estrés, cómo reconocer las emociones e incluso se toca el tema del autocuidado, estos dos últimos, siendo temas tan importantes de tratar en todos los niños.

¿Cómo consideras que el sello de la Escuela de Enfermería UANDES ha influido en tu desarrollo profesional? 

Creo que la universidad te inculca a trabajar desde la sencillez, de una manera humana, cálida y acogedora, que sin duda es fundamental cuando uno se dedica a acompañar a familias que tienen hijos con alguna discapacidad o condición diferente y siempre poniendo a la familia en el centro de la atención y ese sello hace que se te abran muchas puertas.

¿Cuáles son los mejores recuerdos de tu etapa universitaria?

Sin duda el grupo de amigas que se formó y que son mis íntimas amigas hasta hoy en día es uno de los mejores recuerdos, las idas a San Bernardo, el frío de las salas de anatomía, las prácticas intrahospitalarias con nuestros vestidos blancos de la época, zapato reina y pantys color gatsby … ¡que dolor de pies! jajaja, y la posibilidad de haberme ido a Jacksonville, conocer los hospitales y ver cómo trabajan las enfermeras en Estados Unidos, además de lo que significó vivir en el campus universitario… fue algo realmente inolvidable.