El Instituto de Historia celebró los 20 años del Magíster en Patrimonio y Gestión Cultural en el marco de su IX Encuentro de Gestión y Patrimonio Cultural, una instancia que reunió a académicos, exalumnos y profesionales del sector para reflexionar sobre cómo se ha transformado la formación del gestor en estas dos décadas.
La conversación giró en torno a un punto central: la gestión de patrimonio cultural dejó de ser una práctica intuitiva para convertirse en un campo profesional que requiere metodología, redes, trabajo interdisciplinar y una comprensión profunda del vínculo entre historia, comunidad e instituciones.
La fundadora del programa, Isabel Cruz, repasó los orígenes del magíster y el diseño curricular que —desde 2005— articuló líneas de historia y cultura material, patrimonio, gestión y un proyecto de grado que integrara teoría y práctica. Recordó cómo Francisco Javier González, junto a Hernán Rodríguez y el apoyo de Magdalena Krebs, visualizaron la necesidad de contar con profesionales capaces de enfrentar los desafíos del sector. Esa apuesta derivó en un programa pionero en el país, pensado desde el inicio como un postgrado para estudiantes con experiencia laboral previa, capaces de aprovechar de manera más profunda la formación avanzada.
Durante el panel, se abordó el paso desde un oficio practicado de forma amateur hacia una práctica profesional con herramientas específicas. Se destacó la importancia de una formación que combine conocimientos teóricos, metodologías aplicables y capacidades que permitan sostener proyectos en el tiempo: gestión financiera, articulación con instituciones, mediación cultural, trabajo colaborativo y construcción de redes. En esa línea, Samuel Salgado, exalumno del programa y director de Cenfoto, subrayó que estas habilidades no son solo “blandas”, sino competencias indispensables para desenvolverse en organizaciones públicas y privadas. Valoró, además, que los egresados del magíster son hoy reconocidos por su preparación y por su aporte en equipos diversos.
Por su parte, Paula Segovia, del Museo Andino, enfatizó la necesidad de integrar formación continua, especialmente en áreas que evolucionan rápidamente, como tecnologías aplicadas al patrimonio, nuevas formas de mediación y el trabajo con comunidades que producen sus propios sentidos patrimoniales. Desde su experiencia en museos, planteó que la sostenibilidad de los proyectos culturales exige una mirada a largo plazo, con equipos capaces de vincularse con públicos distintos, gestionar recursos y adaptarse a contextos cambiantes.
En la conversación surgió también la pregunta por las diferencias entre quienes se desempeñan en el sector público y el privado. Los panelistas coincidieron en que ambos ámbitos requieren herramientas comunes, pero contextos normativos, lógicas presupuestarias y formas de toma de decisiones distintas. La formación avanzada, señalaron, cumple un rol clave en dotar al gestor de criterios para formular políticas culturales, evaluar proyectos y trabajar de manera interdisciplinaria.
El encuentro permitió revisar, además, cómo el concepto mismo de patrimonio se ha ampliado en los últimos años. La profesionalización del campo ha ido en paralelo a esa expansión, que exige gestores capaces de trabajar tanto con bienes materiales como con prácticas, memorias y experiencias comunitarias. Programas como las becas “Chile Crea” del Fondart, mencionadas durante el panel, han contribuido a fortalecer esta especialización en el país.
En su discurso inicial, la directora del programa, Marisol Richter, repasó las etapas del magíster, los ajustes curriculares y la creciente red de instituciones colaboradoras que han acompañado el desarrollo del programa. Destacó que más de 220 profesionales se han graduado en estos 20 años, trabajando hoy en museos, municipalidades, centros de investigación, organismos públicos, fundaciones, espacios culturales y proyectos independientes. Subrayó también que el equipo está preparando un libro —desarrollado junto a Editorial RIL— que abordará la evolución de la gestión del patrimonio cultural en Chile, los cambios normativos, el rol de las mujeres en el sector y los desafíos interdisciplinarios del área, además de incluir testimonios de alumni.
El encuentro cerró con una reflexión compartida sobre los desafíos hacia 2035: la relación con la inteligencia artificial, la actualización permanente, los cambios legislativos, la necesidad de ampliar las colaboraciones y el rol del gestor en un ecosistema cultural cada vez más complejo.
La jornada reunió a autoridades universitarias, exalumnos y estudiantes del magíster y del diplomado, además de representantes de instituciones culturales. Fue una instancia para reconocer el camino recorrido y proyectar un oficio que, tal como se reiteró en la conversación, ha consolidado su profesionalización gracias al trabajo interdisciplinario y a la formación continua.