Felipe Sánchez, investigador del Instituto de Ciencias de la Familia UANDES, analizó los efectos del uso del celular en la convivencia diaria.
El uso permanente del smartphone durante conversaciones o interacciones cara a cara se ha convertido en un fenómeno cada vez más extendido en la vida cotidiana, lo que, a pesar de estar cada día más aceptado socialmente, está teniendo efectos notorios en la calidad de los vínculos interpersonales. Así lo destacó Felipe Sánchez, sociólogo e investigador del Instituto de Ciencias de la Familia (ICF) de la Universidad de los Andes.
Esta práctica, que ha sido bautizada en los últimos años como phubbing por la combinación de palabras phone (teléfono) y snubbing (ignorar) o ningufoneo, afecta una dimensión básica de la vida social: la presencia. Según explicó Sánchez en entrevista con Radio 13C, no se trata solo de compartir un mismo lugar físico, sino de participar activamente en la experiencia del otro.
El especialista explicó que, más allá del concepto, lo importante es comprender que se trata de un hábito “ampliamente difundido y muchas veces inadvertido, que impacta especialmente en los espacios íntimos, como la familia y la pareja”.
“Presencia” familiar en riesgo
Desde la sociología, Sánchez advierte que el impacto del phubbing es especialmente sensible en los adultos mayores, para quienes el encuentro presencial tiene un valor central, y en los niños pequeños, cuya seguridad emocional se construye a partir del contacto visual, la voz y la disponibilidad afectiva de sus padres, hermanos o cuidadores.
Sánchez subrayó que la falta de atención parental sostenida durante el uso del celular interfiere con la construcción de apego y con la validación emocional de los hijos: “Cuando un niño intenta ser mirado y no obtiene respuesta, la experiencia puede vivirse como rechazo”, relató durante la entrevista.
“La principal forma de consideración hacia una persona es prestarle atención”, indicó el investigador del ICF. “Cuando el teléfono interrumpe sistemáticamente ese gesto básico, la conducta puede interpretarse como desinterés o desvalorización, especialmente en fechas significativas como Navidad o Año Nuevo, donde existe mayor expectativa de encuentro familiar”, agregó Sánchez.
El académico del ICF destacó además que el phubbing también tiene consecuencias en la vida en pareja. “La comunicación es un elemento fundamental para la estabilidad de la relación, y esta práctica la erosiona”, afirmó, agregando que la desconexión persistente aumenta los conflictos, el resentimiento y la sensación de soledad.
Hacia una convivencia digital sana
Felipe Sánchez subrayó que romper el hábito de mirar constantemente el celular mientras estamos frente a otra persona no es sencillo, debido al componente adictivo asociado a la gratificación inmediata que entregan las aplicaciones móviles.
Por ello, propone avanzar hacia acuerdos al interior de la pareja, la familia o los amigos, tales como establecer momentos sin celulares en la mesa o en las reuniones familiares, conversar en familia o con la pareja sobre cómo nos sentimos cuando esta conducta ocurre, o formar hábitos que prioricen la presencia y la escucha activa.
“No se trata de demonizar la tecnología, sino de usarla sin que afecte la calidad de nuestros vínculos”, puntualizó.
El investigador del ICF destacó finalmente que simplemente hablar del tema constituye un primer paso relevante, ya que conocer el concepto permite identificar la conducta, tomar conciencia y promover una convivencia digital responsable, que ponga en el centro la dignidad y el valor de la persona que tenemos frente a nosotros.