El talento y la vocación de diez mujeres que han recibido el Premio Nacional en distintas disciplinas quedaron plasmados en Maestras, un libro publicado por Ediciones El Mercurio que busca iluminar, inspirar y abrir la conversación sobre el aporte femenino al desarrollo cultural, científico y social de Chile. Entre las autoras se encuentran las profesoras de la Facultad de Comunicación, Elena Irarrázabal y Amalia Torres, quienes participaron en esta obra colectiva que rescata historias de vida marcadas por la pasión y la perseverancia.
El proyecto nació de la periodista Pilar Segovia, editora de la revista Ya, quien convocó a un grupo de destacadas periodistas de El Mercurio para dar vida a entrevistas inéditas con estas mujeres que, a través de sus trayectorias, han marcado la historia del país. “El Premio Nacional fue una base interesante para explorar sus historias. Se trata de un reconocimiento muy importante en Chile, en el que las mujeres todavía son minoría. Incluso, en ciencias aplicadas ninguna mujer ha sido premiada hasta hoy”, reflexiona Elena Irarrázabal.
El trabajo periodístico fue un proceso intenso y cercano. “Todas tuvimos varias sesiones con nuestras entrevistadas, generalmente en sus propios entornos: su escritorio, su laboratorio o su casa. También conversamos con familiares, discípulos y colegas para tejer un relato lleno de voces y perspectivas”, cuenta Elena.
Amalia Torres, en tanto, tuvo la misión de retratar a Cecilia Hidalgo, Premio Nacional de Ciencias Naturales 2006 y pionera como primera mujer en recibir este galardón en la categoría. “Fue un proceso muy completo: revisé archivos, entrevistas, documentales y hablé con su familia y cercanos. Lo más difícil fue decidir qué dejar fuera, porque una vida tan extensa y llena de hitos nunca cabe en un solo capítulo”, comenta.
Ambas profesoras coinciden en que las protagonistas de Maestras son un ejemplo para las nuevas generaciones. “Son mujeres que no se dejaron limitar por lo que dictaba la sociedad, siguieron sus sueños y lucharon por lo que querían. Creo que son una fuente de inspiración para quienes vienen”, afirma Amalia. “Ellas no se veían a sí mismas como heroínas, simplemente siguieron sus vocaciones con pasión. Ojalá los jóvenes aprovechen la riqueza de experiencias y aprendizajes que nos dejan”, agrega Elena.