Hace
algunos días al comunicarse el fallecimiento de la primera persona mayor a
causa del Covid-19 en nuestro país, se hizo alusión al término “cuidado
compasivo”, generando cuestionamientos, dudas y confusión en muchas
personas. Además, se mencionaron los “cuidados paliativos” y el
concepto de “adecuación del esfuerzo terapéutico, (AET)” teniendo
todas estas palabras significados diferentes, las cuales se hace necesario
aclarar sobre todo en el contexto de esta pandemia.
La adecuación del esfuerzo terapéutico se refiere al
ajuste de los tratamientos según la situación clínica del paciente (Pérez Pérez, 2016). Esta se
considera cuando hay una escasa posibilidad de respuesta a los tratamientos dado
el mal pronóstico prolongando la situación clínica carente de expectativas
razonables de mejoría (Requena, 2017) y es lo que señaló la autoridad en los
medios: “Se entiende que hay una decisión, a priori y anticipada que, si la
persona precisa necesidades asistenciales muy invasivas, se resuelve no
proveerlos porque se estima que la situación clínica de la persona tiene un
pronóstico malo”. En estas situaciones, el centro de la reflexión debiera
estar en la búsqueda del bien de la persona, el paciente, el equipo de salud y
la sociedad.
Es entonces
cuando se hace indispensable la atención a la persona al final de la vida y a
su familia y requiere de un equipo interdisciplinario experto no solo en
aspectos biomédicos y técnico, sino en humanidad. Se necesita entonces de los Cuidados
Paliativos que de acuerdo a la -Organización Mundial de la Salud- OMS, son
aquellos “destinados a mejorar la calidad de vida de pacientes con enfermedades
avanzadas e incurables y a sus familiares, controlando los problemas asociados,
previniendo y aliviando el sufrimiento a través de un oportuno y adecuado
tratamiento del dolor y otros problemas físicos, psicosociales y espirituales”.
Por otra parte, y en sintonía con lo antes mencionado, están los cuidados
compasivos, los cuales no solo se aplican para una situación de fin de
vida, sino que es una forma de cuidar, de humanizar la atención en salud y al
mismo tiempo un término que resonará en nuestro interior todos estos días, ya
que están vinculados con el sufrimiento humano. Entonces, cuando la persona se
enferma, y pasa a un estado de vulnerabilidad, es cuando merece ser tratada con
cuidado y compasión.
La compasión es un término complejo. Según señalan Perez-Bret et al., 2016, se
refiere “a la sensibilidad que muestra el profesional de la salud para
comprender el sufrimiento de otra persona combinada con la voluntad de ayudar y
de promover el bienestar con el fin de encontrar una solución a su problema”.
La compasión requiere de un conjunto de acciones, no se queda solo en la
empatía que se refiere a “la capacidad de ponerse en el lugar del otro y
reconocer los sentimientos con conciencia e intuición”(Sinclair et al., 2017). Los
cuidados compasivos, no son intuitivos, se requiere de esfuerzo y voluntad para
comprender el dolor, ponderar la dificultad y buscar la mejor manera de aliviar
a quien sufre. Para esto se requiere actitud, presencia, generosidad, respeto,
conexión, atención y sobre todo amor.
Por lo tanto, el cuidado compasivo es tarea de todos los profesionales
de la salud, somos parte del tratamiento en todas las etapas del ciclo vital,
sin embargo, hoy más que nunca cobra mayor relevancia en el contexto de la
Pandemia Mundial, en donde todos necesitamos ser cuidados y cuidarnos a
nosotros mismos con compasión.
Paula Jaman Mewes
Magister en Enfermería Clínica y en Tratamiento de Soporte y cuidados paliativos en el paciente oncológico. Profesora Escuela de Enfermería, Universidad de los Andes.