Estudios recientes muestran que cultivar la gratitud de manera consciente e incluso algo forzada, por ejemplo, pensando en cosas por las que estar agradecido, tiene efectos insospechadamente positivos en la salud física y mental.
Agradecer por el agua caliente de la ducha, porque el
conserje del edificio nos saludó amablemente en la mañana, porque nuestro hijo
nos dio un abrazo, porque pudimos reunirnos con una vieja amistad a la que no
veíamos hace mucho. Agradecer por lo que sea y como se pueda. Cada vez más,
en la consulta de un psicólogo o psiquiatra, muchas personas reciben la
instrucción de hacer este ejercicio. A veces, el listado se hace ahí mismo,
con ayuda profesional; otras veces, es una tarea para la casa. Una tarea que puede
adquirir también otros formatos, como el “diario de gratitud”, un
cuaderno en el que se deben apuntar cada mañana —o cada noche, si la persona lo
prefiere— al menos tres cosas por las que sentirse agradecido, o “la carta
de gratitud”, que se escribe a alguien que nos ha ayudado de alguna manera
y que, idealmente, debe hacerse llegar al aludido.
Al comienzo, muchos pacientes reaccionan con algo de
distancia, especialmente en el caso de los adultos. Porque esto de hacer
listas, de anotar cosas positivas, evoca un poco lo que haría una adolescente
en su diario de vida; parece algo superficial, incluso infantil. Pero estas
herramientas terapéuticas relacionadas con el cultivo de la gratitud; es decir,
con ser capaz de reconocer y apreciar lo que se recibe —sea tangible o
intangible— están experimentando un verdadero auge entre los expertos en salud
mental. Y hay razones para ello. —Se están usando harto, porque en los últimos
años han comenzado a aparecer muchas investigaciones que prueban su efectividad
—explica María Ignacia Vera, psicóloga infanto-juvenil y docente de la Escuela de Psicología de la Universidad de los Andes.
Hoy sabemos que hacer este tipo de listas tiene un efecto
neurobiológico; es decir, produce cambios en la corteza prefrontal, la parte
más evolucionada del cerebro, que se traducen en mejorías importantes en la
salud física y mental. Las asociaciones, en este sentido, son bastante robustas
al vincular el cultivo de actitudes de gratitud con todo lo relacionado con el
bienestar personal, en lo físico y mental. Por ejemplo, con la calidad del
sueño o el alivio de la ansiedad.
Puedes
leer el artículo completo de la periodista Sofía Beuchat para la Revista Ya
aquí.