Alumna de cuarto año de Educación de Párvulos

Vocación que se hereda y que se ejerce buscando impactar vidas

Esta joven eligió poner en práctica su talento en una escuela vulnerable, convencida de que todos los niños y niñas tienen los mismos derechos.

Viene de una familia ligada a la Educación en la que su madre es educadora de Párvulos. Por eso, desde siempre, Josefa Marín supo que quería seguir ese mismo camino profesional y no lo pensó dos veces. Desde pequeña soñó con estar día a día rodeada de niños e impactar en sus vidas a través de sus conocimientos, para ser un agente de cambio.

“Esto es muy enriquecedor. Yo llego a mi casa todos los días feliz”, relata la joven de 23 años, alumna de cuarto año de la Escuela de Educación de Párvulos, quien actualmente realiza su práctica profesional en el colegio Parroquial Santa Rosa, ubicado en la comuna de Lo Barnechea. Allí pone a disposición de los 35 alumnos que tiene en sala todas las habilidades y herramientas pedagógicas adquiridas en la Facultad de Educación, la que cuenta con prácticas y pasantías desde el primer año y todos los semestres.

Cada mañana, los alumnos y alumnas de Prekinder y Kinder con los que comparte a diario la reciben saludándola a coro. “Me siento capaz de liderar un curso, de formar niños y niñas capaces de enfrentar el mundo”, sostiene.

“Siempre supe que quería trabajar en un lugar en que me necesitaran para hacer mi aporte”, relata, y destaca que la experiencia es doblemente valiosa, pues implica hacer clases en un establecimiento que tiene un alto porcentaje de vulnerabilidad. “Todos los niños son iguales y todos tienen las mismas oportunidades y los mismos derechos, independiente del lugar en donde se encuentren. Si bien el contexto varía mucho, estamos a tiempo de cambiar la realidad de esos niños y niñas. Esa es nuestra tarea”, dice.

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